jueves, 9 de agosto de 2012
La manipulación informativa, un factor estratégico en manos de los poderosos
En las últimas décadas, los medios de comunicación han conseguido establecerse como un elemento indispensable en la sociedad, necesarios para conocer todo lo acontecido en el contexto actual, pero también como un instrumento cargado de intereses con los que se pretende moldear el pensamiento de los ciudadanos según dicten las necesidades de la estructura de poder. Esta circunstancia se potenció con el nacimiento de los Mass Media o Medios de Comunicación de Masas, capaces de transmitir un mensaje a millones de personas. En muchas ocasiones, los medios masivos han tenido un papel protagonista en el devenir de algún conflicto entre países o en acercar el pensamiento colectivo al interés político. A continuación se expone una porción de los casos de manipulación informativa más llamativos en los últimos tiempos.
A finales del S.XIX, el interés de EEUU por adquirir mayor influencia económica en la isla de Cuba, por aquellos momentos colonia española, inició un periodo de tensión diplomática entre Norteamérica y España. No obstante, la posibilidad de una guerra era aún insignificante, ya que ninguna de las dos partes, a priori, mostraban actitudes amenazantes. Con este panorama, aparecieron en escena William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer, dueños del New York Journal y del New York World respectivamente, los cuales no tenían ningún respeto por el periodismo ético y veraz. Ambos dieron lugar al nacimiento de la prensa amarilla o sensacionalista, con la que influyeron notablemente en el advenimiento de la guerra entre EEUU y España. Los titulares demonizaron a las tropas españolas, acusándolos de todo tipo de actos delictivos contra el pueblo cubano, algunas personas implicadas mandaron cartas a los directores de estos rotativos desmintiendo los hechos, pero la maquinaria mediática ensuciada por los intereses político-económicos ya se había puesto en marcha. Durante varios meses estuvieron manipulando a través de hechos totalmente falsos, hasta que en febrero de 1898, el barco norteamericano Maine saltó por los aires frente a las costas cubanas; un hecho del que culparon a los españoles. En los días posteriores, los titulares iban acompañados por ilustraciones totalmente engañosas, donde se podía apreciar al Maine saltando por los aires y numerosas alusiones a los soldados españoles como culpables de lo ocurrido. Cuando la opinión pública conoció el suceso, la mayoría de los norteamericanos apoyaron la acción militar de EEUU contra España. Con el paso de los años, se ha tenido constancia de una conversación por cable entre Hearst y uno de sus colaboradores en el Journal donde se habló lo siguiente: Colaborador- Todo está tranquilo. No hay problemas. No habrá guerra. Deseo volver.- Respuesta de Hearst -Por favor, manténgase allí. Usted proporcione las imágenes y yo proporcionaré la guerra.
La maquinaria mediática volvió a ponerse en marcha en 1990, tras la invasión de Kuwait por Irak. La ONU aprobó la intervención creando una fuerza de coalición formada por 34 naciones y encabezada por EEUU, con la que pretendía sacar a las tropas invasoras de Kuwait. Al parecer, el principal motivo de la invasión no fue de índole territorial, sino la iniciativa del gobierno Kuwaití encaminada a rebajar el precio del petróleo, una medida mal recibida por la vecina Irak que en esos momentos afrontaba una difícil situación económica. Así pues, una vez finalizada la Guerra Fría, en terapia por el fracaso en Vietnam y con la opinión pública en contra de cualquier intervención bélica, EEUU necesitaba una buena razón para entrar en dicho conflicto y, supuestamente, ‘reinstaurar el orden’. En el seno de la Casa Blanca, cuyo residente por aquellos entonces era George Bush padre, surgió la idea de demonizar al enemigo vertiendo a través de los medios de comunicación un testimonio perverso. De esta manera, crearon la ‘historia de las incubadoras’. En todas las televisiones del país emitieron una entrevista a una de las enfermeras de un hospital de Kuwait, donde según indicó, el ejército iraquí había entrado en la zona de maternidad, apagando todas las incubadoras y dejando morir a más de 300 bebés. Como era de imaginar, la información enfureció a la opinión pública estadounidense que veía en Sadam Hussein el fiel reflejo de un verdadero psicópata y a los iraquíes como un pueblo enloquecido. Un panorama desolador en el que los Estados Unidos de América tenían que volver a intervenir. Poco tiempo después, se conoció que la joven enfermera era hija del embajador estadounidense en Kuwait y que ella no estuvo trabajando cuando, al parecer, ocurrió todo; además, numerosos trabajadores del mismo hospital negaron la masacre.
En pleno S.XXI, con los Mass Media bien instaurados y la llegada de Internet, la batalla entre varias potencias occidentales contra Afganistán e Irak pasó a ocupar las primeras planas de todos los medios informativos del mundo. Con el trasfondo del petróleo y la intención de occidentalizar algunas zonas incómodas de Oriente, se produjeron una serie de atentados en las capitales de aquellos países cuyos mandatarios veían con buenos ojos la intervención. Estos mandatarios eran, George Bush, José María Aznar y Tony Blair (famosa foto de las Azores en 2003). El trágico suceso del 11 de septiembre, enalteció nuevamente el deseo de venganza entre los ciudadanos norteamericanos. Desde ese instante el foco de atención se dirigió hacia el grupo de terroristas de Al Qaeda, a los talibanes afincados en Afganistán y a las armas de destrucción masiva escondidas por Sadam Hussein en Irak –ambos países son fuente de producción de petróleo y geoestratégicamente están bien posicionados-. Pocos años después, con la opinión pública de España y Reino Unido en contra de entrar en guerra, se produjeron los atentados del 11-M en Madrid en el año 2004 y los de Londres el 7 de Julio de 2005.
Pero no todos los casos están relacionados con los conflictos armamentísticos, otros más recientes también tienen que ver con el ámbito farmacéutico, un sector donde se mueven miles de millones de euros. Durante el año 2009 y parte del 2010, la especie humana parecía estar ante su inminente final con la ‘devastadora’ propagación de la Gripe A. Los medios de comunicación abrían los informativos diariamente con este tema, la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó a dicho virus como ‘pandemia en curso’ y los gobiernos gastaron importantes sumas de dinero en vacunas para abastecer a todos los ciudadanos de su país. Sin embargo, con el paso del tiempo las estadísticas indicaban que la tasa de mortalidad era inferior a la de la gripe común y las informaciones fueron suavizándose hasta que poco a poco la alarma inicial quedó en un débil sonido de fondo que terminó apagándose progresivamente.
Estos son algunos de los casos más significativos en los que la maquinaria informativa y los intereses de la estructura de poder han ido cogidos de la mano. Normalmente, suele ponerse en marcha cuando es necesario actuar en un determinado lugar, hay que desviar la atención de las personas o interesa destruir al que va contra el sistema establecido. Actualmente, llama la atención el término con el que los medios de comunicación han bautizado a los sirios proclamados en un levantamiento contra el régimen de Al Assad, según ellos son ‘rebeldes’ –conlleva cierto significado peyorativo-. A pesar de todo, la actividad de los medios en la mayoría de los casos suele ser admirable. Estar informado es fundamental, la ciudadanía puede así conocer lo que sucede en su entorno más inmediato. Sin embargo, no sólo hay que quedarse en la superficie, es necesario excavar y acudir a diferentes fuentes, de esa forma el ciudadano de a pie tendrá más posibilidades de conocer la realidad.
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