miércoles, 11 de julio de 2012

Garbo, el espía español que alteró el destino de la II Guerra Mundial

En una etapa de la historia reciente donde las personas olvidaron sus sentimientos, se despojaron de sus valores y exterminaron su alma. Durante un periodo en el que los Estados usaban armas nucleares, establecían campos de concentración o destinaban todos sus ingresos para crear mecanismos altamente sofisticados con el deseo de destrozar al enemigo. Mientras la barbarie se reproducía en el exterior, los servicios de inteligencia de todo el mundo mantenían una batalla sigilosa y sofisticada con un arma menos mortífera pero igualmente determinante, la información. La II Guerra Mundial (1939-1945) fue el conflicto militar más mortífero de la historia, intervinieron la mayoría de las naciones del mundo, participaron cerca de cien millones de militares y hubo casi setenta millones de víctimas. Hubo dos bandos: las Potencias del Eje donde destacaron la Alemania Nazi, Italia y Japón; y los Aliados con Gran Bretaña, URSS, EEUU y Francia. En medio de este campo de batalla global, surgió la figura del español Juan Pujol que sufrió durante su juventud la crudeza de la Guerra Civil (1936-1939). Durante esa etapa de su vida creció en su interior una profunda aversión por el comunismo y el fascismo. Este sentimiento fue crucial para el devenir de la II Guerra Mundial, contienda donde España no intervino oficialmente. Juan Pujol decidió, a comienzos de los años cuarenta, participar en la IIGM como espía de los Aliados con el objetivo de mermar el poderío de las potencias del Eje. Intentó entrar en la M-15 (inteligencia británica), pero su petición fue denegada. Así que decidió probar suerte en la Abwehr (inteligencia alemana) donde sí consiguió ingresar. Desde entonces, empezó una actividad frenética de engaños e informaciones ambiguas con las que se ganó la confianza de los generales alemanes y el respeto de los altos mandos ingleses que tras comprobar su efectividad le permitieron formar parte del Comité XX (Sistema de la doble Cruz). A partir de ese instante, Juan Pujol se convirtió en agente doble. Una curiosidad derivada de su situación es que poseía dos nombres en clave, por un lado ‘Garbo’ para los británicos y, por el bando alemán, ‘Arabel’ (hay quien dice que recibió el seudónimo de ‘Rufus’). En 1942 convenció a los alemanes de que había conseguido reclutar a un destacado número de agentes ingleses comprometidos con el objetivo nazi. Esta situación le llevó a confeccionar una coartada bastante escrupulosa, ya que tenía que elaborar informes sobre todas y cada una de las operaciones donde trabajaba cualquiera de sus espías ficticios. Todo ello, evidentemente, sin dejar cabos sueltos ni dar lugar a contradicciones. Sin embargo, tenía unas cualidades innatas para engañar y manipular a los altos mandos nazis, algo que llevaba haciendo desde hacía varios años. Durante su periplo en Lisboa, hizo creer que vivía en Gran Bretaña y que viajaba por todos los rincones del país. Para ratificar su coartada enviaba documentos falsos, los cuales fueron aceptados sin ningún tipo de inconveniente por el alto mando nazi. La colaboración mantenida entre Garbo y la inteligencia británica consiguió ser bastante fructífera, la información falsa solía combinarse con algunos datos verdaderos y, en ocasiones, se trataba de información veraz elaborada con el propósito de fortalecer el papel del español ante los alemanes, aunque dicha información, por una razón u otra, nunca solía llegar a tiempo. Algo así ocurrió cuando Juan Pujol envió un informe detallado sobre el inminente desembarco de los aliados en África, pero, por circunstancias de la vida, llegó tarde debido a un error en el sistema de correos. Operación Fortitude (Fortaleza) y Condecoraciones A pesar de todas las artimañas llevadas a cabo por el espía español, la más sonada de todas fue la organizada en los prolegómenos del desembarco de Normandía. Garbo realizó una ardua tarea desinformativa, explicando a los alemanes a través de datos concisos que el desembarco aliado no iba a producirse en Normandía, sino a 250 km de distancia, concretamente, en el Estrecho de Calais. La confianza profesada por Hitler y los altos mandos nazis hacia el español era tal, que incluso en los primeros compases del desembarco aún mantenían fe ciega en su informe. La Operación Neptuno -dentro de la Operación Overlord- fue el nombre en clave utilizado por el bando aliado para citar el sonado engaño que terminó siendo un auténtico éxito y que, además, abrió una importante brecha en las fuerzas del ejército nazi. Juan Pujol es una de las pocas personas en todo el mundo que recibió condecoraciones por parte de los dos bandos. La sangre fría mostrada en cada una de las situaciones extremas vividas a lo largo de la II Guerra Mundial, le sirvieron para confundir a personas tan versadas en el mundo del espionaje como eran los miembros de la inteligencia de la Alemania nazi. Dicha capacidad tuvo tanta credibilidad que en el año 1944, recibió la Cruz del Hierro alemana y la Orden del Imperio Británico. Una vez finalizada la guerra, decidió trasladarse a Venezuela como una manera de alejarse de posibles represalias. Murió en Caracas en 1988. Juan Pujol, alias ‘Garbo’, decidió adentrarse en la mayor batalla de la historia, poniendo en peligro su vida y la de sus seres queridos, con el único propósito de intentar acabar con una etapa de locura colectiva que se llevó la vida de millones de personas.

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